1 de octubre de 2009

Fascismo y Comunismo (IV)

No me inmuté: «Cree sinceramente que, si casi no han podido defender Stalingrado, van a tomar Berlín. Está usted de guasa».-«No lo creo, lo sé. Basta con fijarse en los respectivos potenciales militares. Eso sin contar con el segundo frente que nuestros aliados van a abrir en Europa dentro de nada. Están ustedes acabados.»-«Pelearemos hasta el último cartucho.»
-«Desde luego, pero perecerán pese a todo. Y Stalingrado quedará como símbolo de su derrota. Lo cual será un error. Desde mi punto de vista, la guerra la perdieron ya el año pasado, cuando los detuvimos ante Moscú. Perdimos territorio, ciudades, hombres, todo eso puede sustituirse. Pero el Partido no se ha ido al garete y ésa era la única esperanza que ustedes tenían. Sin eso, incluso aunque hubieran tomado Stalingrado, no habría cambiado nada. Y, además, podrían haber tomado Stalingrado si no hubieran cometido tantos errores, si no nos hubieran subestimado tanto. No era algo inevitable que los derrotásemos aquí y que su 6.º Ejército quedara completamente destruido. Pero, y si hubieran ganado en Stalingrado, ¿qué? Nosotros habríamos seguido en Ulianovsk, en Kuibyshev, en Moscún, en Sverdlovsk. Y, al final, les habríamos hecho lo mismo algo más allá. Claro que el símbolo no habría sido igual, no habría sido la ciudad de Stalin. Pero, en el fondo, ¿quién es Stalin? ¿Y qué nos importan a todos nosotros los bolcheviques, su desmesura y su gloria? A nosotros, que estamos aquí y morimos a diario, ¿qué nos importan sus telefonazos cotidianos a Yukov? No es Stalin quien da a nuestros hombres valor para abalanzarse ante las ametralladoras de ustedes. Claro que se necesita un jefe, se necesita a alguien que lo coordine todo, pero podría haber sido cualquier otro hombre que valiera. Stalin no es más insustituible que Lenin o que yo. Nuestra estrategia aquí ha sido una estrategia de sentido común. Y nuestros soldados, nuestros bolcheviques, habrían sido igual de valientes en Kuibyshev. Pese a todas nuestras derrotas militares, nadie ha vencido a nuestro Partido ni a nuestro pueblo. Ahora las cosas van a ir en sentido contrario. Los suyos están ya empezando a evacuar el Cáucaso. No cabe duda alguna de nuestra victoria final.»-«Es posible –repliqué-. Pero ¿qué precio le va a costar todo esto a ese comunismo suyo? Stalin, desde el principio de la guerra, ha invocado los valores nacionales, los únicos que inspiran realmente a los hombres, y no los valores comunistas. Ha vuelto a recurrir a las órdenes zaristas de Suvorov y de Kutusov, y también a las hombreras con galones dorados para los oficiales, que en 1917 sus camaradas de Petrogrado les clavaban en los hombros. En los bolsillos de sus muertos, incluso de los oficiales superiores, encontramos iconos escondidos. Y diré más, sabemos, por los interrogatorios que hacemos, que los valores raciales están a la orden del día en las esferas más elevadas del Partido y del ejército, que hay una mentalidad panrusa y antisemita que Stalin y los dirigentes del Partido cultivan. También ustedes van a empezar a desconfiar de sus judíos y, sin embargo, no son una clase.»-«Seguro que es cierto eso que dice –admitió tristemente-. Con la presión de la guerra, los atavismos suben a la superficie. Pero no hay que olvidarse de lo que era el pueblo ruso antes de 1917, ni de su estado de ignorancia y atraso. No hemos tenido ni veinte años para educarlo y enderezarlo. Es muy poco, se irán enmendando todos esos errores.»-«Creo que está usted en un error. El problema no es el pueblo, son los dirigentes. (...)
Jonathan Littell, 'Las Benévolas'.

2 comentarios:

  1. No termino de entender porque se asocia siempre a Hitler con el fascismo. Hitler creo un partido nacionalista que se asocio con los socialistas en una coalicion originando el partido nacional-socialista que no tiene nada que ver con el fascismo.

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  2. También el fascismo tiene raíces obreras o socialistas, como quieras definirlas.
    En cualquier caso, el hecho de que a Hitler se le asocie con la palabra fascismo es erróneo en cuanto a determinados preceptos ideológicos, pero no en cuanto a su connotación.

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