"No se llevará a cabo todo esto en los primeros 100 días. Tampoco se llevará a cabo en los primeros 1.000 días, ni en la vida de este Gobierno, ni quizá siquiera en el curso de nuestra vida en este planeta. Pero empecemos". Es parte del discurso que John F. Kennedy pronunció el 20 de enero de 1961 cuando fue investido presidente. Más de 40 años después, el primer presidente negro de Estados Unidos recitó un discurso en el que renovó la promesa del malogrado ex presidente, acompañado del compromiso de un modo de hacer una política diferente.
En su primer año al frente de la presidencia pecó de inocencia, tal vez. En clave de política exterior, Cuba e Irán frenaron las buenas intenciones de Obama a pesar de que Estados Unidos haya recuperado el crédito tras la presidencia imperial de George W. Bush. Y en clave nacional, los republicanos han querido dejar clara la máxima "usted dedíquese a la política exterior que nosotros gobernaremos en nuestro país". A pesar de contar con una amplia mayoría en las Cámaras, el plan para la reforma sanitaria de Obama no logra salir adelante y paraliza su mandato.
Lo cierto es que Obama llegó a la Casa Blanca y comprobó que había que seguir las reglas del juego que Washington marca. Las medidas más progresistas del presidente han chocado con el ala más conservador y la intención de frenar la influencia de los lobbies fue cortada por el Tribunal Supremo, que eliminó los límites a la financiación electoral. Amenazado por la sombra de una presidencia en blanco ha aceptado la máxima del bipartidismo, aunque con un rasgo obamiano.
La reunión bipartita para debatir sobre la reforma del sistema sanitario es un dardo envenenado para el 'partido del no', que puede quemarse si sigue repitiendo el mismo monosílabo. La Casa Blanca reconoció déficits en la comunicación a los ciudadanos de la propuesta legislativa y el presidente estadounidense se ha puesto a la cabeza de una arriesgada maniobra política. Tan arriesgada como insólita. Obama basó su campaña electoral en Internet, medio que sólo había sido utilizado anteriormente por Howard Dean. Y ahora ha dado una nueva vuelta de tuerca a la comunicación política con una especie de "democracia televisada".
Poco parece importar lo que los republicanos aporten (nada) a la tan deseada reforma de la Sanidad porque todo indica que Obama podría aprobarla mediante el procedimiento "de reconciliación", que precisa una mayoría simple en el Senado. Lo que la reunión televisada demuestra es que el mensaje lanzado por Obama en el discurso sobre el Estado de la Unión no era un farol y que ha decidido hacer frente a sus responsabilidades como presidente. La crisis de gobernabilidad que sufre EEUU se soluciona con medidas valientes. El sistema de Sanidad necesita ser mejorado. Los ciudadanos eligieron a Obama para dirigir el país, con la promesa, entre otras, de la susodicha reforma. Y Obama ha apostado por dirigir, independientemente de las consecuencias que pueda acarrear una probable decisión unilateral.
Kennedy pedía empezar a crear un mundo en que se preservase la paz. Obama no pidió empezar, sino continuar con los valores que precedieron a su elección. Con un año de retraso, Obama ha decidido abandonar el juego contemplativo y parece dispuesto a proseguir aquel ya lejano movimiento, aunque muchos de sus integrantes hayan dejado de seguirle.