1 de noviembre de 2011

Cien años: del primer bombardeo aéreo a la guerra teledirigida

El 1 de noviembre de 1911 un italiano bombardeaba desde una avioneta el territorio sobre el que hoy se asienta Libia

El avión con forma de pájaro desde que se lanzó el primer bombardeo aéreo

"Después de no mucho tiempo percibo el perfil de la masa oscura del oasis, que se acerca rápidamente. Con una mano agarro el volante, con la otra suelto el cierre de seguridad de la tapa de la caja; extraigo una bomba y me la pongo sobre las rodillas. Cambio de mano y con la que queda libre saco un detonador de la cajita y me lo meto en la boca. Vuelvo a cerrar la cajita; pongo el detonador en la bomba y miro hacia abajo. Estoy listo. Cerca de un kilómetro me separa el oasis. Ya veo perfectamente las tiendas árabes. Hay dos campamentos, cerca de una casa cuadrada blanca, uno con cerca de doscientos hombres, y el otro con unos cincuenta. Poco antes de llegar a la altura de mis objetivos cojo la bomba con la mano derecha; con los dientes arranco la llave de seguridad y tiro la bomba fuera del ala. Logro seguir su recorrido con la mirada durante unos segundos, hasta que desaparece. Después de un momento veo, justo en medio del pequeño campamento, una nube gris que se levante. Yo, en realidad, había fijado el campamento grande como objetivo, pero he tenido suerte; he dado en el blanco. Vuelvo varias veces y tiro otras dos bombas; sin embargo, no consigo comprobar su efecto. Me queda unas más, que lanzo más tarde sobre el oasis mismo de Trípoli. Estoy muy contento del resultado obtenido. Todos se muestran más que satisfechos".

Con estas palabras, un subteniente del ejército italiano llamado Giulio Gavotti celebraba su proeza. No había matado ni herido a nadie, pero marcaba las pautas de la guerra futura. Los medios italianos saludaron con entusiasmo su atrevimiento.

"Nuevos despachos de Trípoli -relataba La Vanguardia- dan cuenta de que los aeroplanos han señalado la presencia de tres agrupaciones de enemigos. Uno de los aviadores ha logrado con feliz acierto cuatro bombas en medio de uno de los tres grupos".

"Así, con un 'feliz acierto' en Trípoli -escribiría muchos años después en las páginas del mismo periódico Plàcid Garcia-Planas-, empezaba el camino hacia Gernika, Dresde, Hiroshima, Bagdad y mil y una ciudades más para acabar de nuevo en Trípoli".

Con una intensa campaña de bombardeos aéreos la OTAN ayudó a los entonces rebeldes libios a acorralar a Gadafi. Con una lluvia de misiles lo cercaron en unas cañerías. Como una rata. Sin dignidad. Un abuelo indefenso pidiendo sin éxito clemencia.

Los turcos también levantaron la voz ante el bombardeo de Gavotti. Alegaron que una de esas cuatro granadas produjo varias víctimas al impactar en hospital. Nada ha cambiado: la verdad es siempre la primera víctima de una guerra.

El imperio otomano acudió también a las instancias internacional bajo el pretexto de que la Convención de La Haya de 1899 prohibía arrojar bombas desde los globos aerostáticos. Pero los textos no decían nada de los aviones. Gavotti fue un pionero. El suyo era un paso más del dado por los austriacos en 1849, cuando lanzaron dos bombas desde unos globos aerostáticos.

Este martes, 1 de noviembre de 2011, se cumplen cien años del primer bombardeo de la historia. Los drones, esos aviones teledirigidos nacidos para matar, celebran el arrojo de Gavotti el 1 de noviembre de 1911.

"También la muerte tiene sus semillas / Solo necesita una mano / Tiras y desprendes el gatillo con los dientes". Grabiele D'Annunzio dedicó a Gavotti doce versos en la 'Canción de Diana' ese mismo 1911. Hoy, la muerte sigue necesitando solo una mano. La misma con la que los niños juegan con sus coches teledirigidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario