
Disfuncional, corrupto y egoísta. Son las palabras más repetidas entre los estadounidenses para definir el funcionamiento del Congreso, según un estudio de Pew Research Center. Confuso, incompetente, pobre, desafortunado, lento, terrible… completan la lista de adjetivos.
La falta de actividad del presidente Obama durante su primer año de mandato y las dificultades que ha tenido que superar para sacar adelante la reforma del sistema sanitario han puesto de manifiesto el peso de las Cámaras legislativas frente al poder presidencial a pesar de las mayorías demócratas.
La feroz oposición de los republicanos llevó a las páginas de los principales rotativos el debate sobre la viabilidad del sistema estadounidense. Ante la sensación de que Washington era incapaz de resolver los problemas de la gente, se argumentó que la estructura política de la nación estaba diseñada para dificultar las iniciativas federales, desde la convicción de que América se gobierna mejor localmente.