29 de septiembre de 2009

Fascismo y Comunismo (II)

En 1929, hice de intérprete de esos oficiales suyos que venían a entrenarse a la Rusia soviética y a probar sus armas nuevas y sus tácticas nuevas. Aprendimos mucho de ustedes.»-«Sí, pero no le sacaron provecho. Stalin se cargó a todos los oficiales que habían asumido nuestros conceptos, empezando por Tujachevski.»
-«Echo mucho de menos a Tujachevski. Personalmente, quiero decir. Políticamente, no puedo juzgar a Stalin. Quizá fue una equivocación. También los bolcheviques se equivocan. Pero lo importante es que tenemos fuerza suficiente para purgar con regularidad nuestras propias filas, para eliminar a los que se desvían o a los que se corrompen. Y ésa es una fuerza que a ustedes les falta: su Partido se pudre por dentro.»-«También nosotros tenemos problemas. En el SD lo sabemos mejor que nadie, y trabajamos para mejorar el Partido y el Volk» Sonrió calmosamente: «En el fondo, nuestros dos sistemas no son tan diferentes. Por lo menos en principio».-«Curiosas palabras en labios de un comunista»-«No tanto, si lo piensa bien. ¿Qué diferencia hay en el fondo entre el nacionalsocialismo y el socialismo en un solo país»-«Y en tal caso, ¿por qué estamos metidos en una lucha a muerte como ésta?»-«Ustedes lo quisieron, no nosotros. Estábamos dispuestos a algunas contemporizaciones. Pero ha pasado como pasó antiguamente con los cristianos y los judíos: en lugar de unirse al Pueblo de Dios, con el que tenían todo en común, para formar un frente único contra los paganos, los cristianos prefirieron, por envidia seguramente, dejar que los paganizaran y revolverse, para mayor desdicha suya, contra los testigos de la verdad. Y fue un estropicio tremendo.»-«Supongo que, en esa comparación, los judíos son ustedes.»-«Por supuesto. A fin de cuentas, nos lo copiaron ustedes todo, aunque no yaya sido más que caricaturizándolo. Y no me refiero sólo a los símbolos, como la bandera roja y el Primero de Mayo. Hablo de los conceptos que más valora su Weltanschauung.»-«¿En qué sentido lo dice?» Empezó a contar con los dedos, al estilo ruso, doblándolos uno a uno a partir del meñique: «En donde el comunismo aspira a una sociedad sin clases, ustedes predican la Volksgemeinschaft, que, en el fondo, es exactamente lo mismo, limitado a sus fronteras. En donde Marx veía al proletariado como portador de la verdad, ustedes decidieron que la supuesta raza alemana es una raza proletaria en la que se encarnan el Bien y la ética; por lo tanto, en el lugar de la lucha de clases han puesto la guerra proletaria alemana contra los Estados capitalistas. En economía, sus ideas son también únicamente deformaciones de nuestros valores. Estoy bien enterado de su economía política porque antes de la guerra traducía para el Partido artículos de su prensa especializada. En donde Marx estableció una teoría del valor basado en el trabajo, su Hitler dice: Nuestro marco alemán, que no se apoya en el oro, vale más que el oro. Esta frase, un tanto oscura, la comentó el brazo derecho de Goebbels, Dietrich, quien explicaba que el nacionalsocialismo se había percatado de que la mejor base para una divisa es la confianza en las fuerzas productoras de la Nación y en la dirección del Estado. El resultado es que el dinero se ha convertido para ustedes en un fetiche que representa el poder de producción de su país, es decir, en una aberración total. Las relaciones que mantienen ustedes con sus grandes capitalistas son burdamente hipócritas, sobre todo desde las reformas del ministro Speer: los responsables alemanes siguen preconizando la libre empresa, pero todas las industrias alemanas están sometidas a un plan y tienen un límite del seis por ciento en los beneficios, y el Estado se queda con lo que sobrepasa esa cantidad y, además, con la producción». Dejó de hablar. «También en el nacionalsocialismo hay desviaciones», respondí por fin. Y le expliqué brevemente las tesis de Ohlendorf. «Sí –dijo-, conozco bien sus artículos. Pero él también va descaminado. Porque ustedes no imitan al marxismo, sino que lo pervierten. Poner, en lugar de la clase, la raza, hecho que desemboca en su racismo proletario, es un contrasentido absurdo.»-«No más que la noción que tienen ustedes de la guerra de clases perpetua. Las clases son una circunstancia histórica; aparecieron en un momento dado y desaparecerán de la misma forma, confundiéndose armoniosamente dentro de la Volksgemeinschaft, en vez de zurrarse. Mientras que la raza es un hecho biológico, natural y, por lo tanto, ineludible.» (...)

Jonathan Littell, 'Las Benévolas'.

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